El elemento central será un manifestador (templete donde se representa al Santísimo Sacramento) del siglo XVIII.
Presidió las celebraciones religiosas hasta la década de 1960, con el sacerdote dirigido hacia él y de espaldas al pueblo, pero de frente a lo Sagrado, a Dios y a sus símbolos.
Tras el Concilio Vaticano II, el sacerdote dirigirá el culto de cara a los fieles, se construye un nuevo altar de piedra y el manifestador es desmontado y almacenado en el coro.
Gracias a una reciente restauración, desde Agosto de 2014 preside de nuevo el Altar Mayor; flanqueado por “la Purísima” y “San José y el Niño” cuadros de Pedro de Orrente (s XVII)